sábado, 31 de octubre de 2015

Seducida...



Cuando seduzco
a la muerte
no lo hago
con una filosa daga
de acero bendecida
por dioses del Olimpo, ni con promesas que jamás cumpliré ni con ardientes alcoholes o etílicos placeres de un minuto. Cuando quiero conquistar a esa ufana mujer, le ofrezco la locura de mi pasión por ella. Las letras que mi pluma entrega a un papel inocente de mis intenciones, ajeno de la despedida que se oculta en esas incoherentes poesías u oraciones. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario